Publicamos un artículo de opinión de una celadora de La Archicofradía.
En
este mes de mayo tan hermoso, dedicado a la Virgen y a las cruces, me atrevo a
escribir este artículo ya que me hace reflexionar mucho sobre la importancia de
la Cruz, de la que tanto se sabe en este pueblo y se siente por su tradición y
herencia de sus mayores.
Permitidme
transmitiros mi pobre análisis y mis conclusiones. La Cruz es el apoyo del
cristiano y su estructura. El bastidor sobre el que se teje al hombre, pues
tiene una función insustituible en la labor de construir al hombre nuevo. Pero
es necesario que el interesado sea consciente y acepte.
Una
amiga me dijo que cuando se acepta deja de ser cruz. El ser humano siempre
quiere estar cómodo, ser feliz y eso es natural, pero ese no es siempre el
camino que el maestro marca. Él, que no hizo nada malo, tuvo que pasar por la
cruz para llegar a la resurrección. Qué tenemos que hacer nosotros que llevamos
siguiendo su camino, siendo tan pecadores.
La
Cruz no se escoge, será grande, será pequeña; es la tuya, la que te ha tocado.
Si no tomamos la Cruz que nos llega, por muchas misas y rosarios, si nos falta
el amor " que estamos
haciendo". Hay que aprovechar esa oportunidad que se nos ofrece aunque nos
cueste.
Él
no nos deja solos, es nuestro Cirineo, y si no lo creemos, dejemos a Cristo y a
su Iglesia y apuntémonos al Betis o al Sevilla donde sólo se nos pide ser
socios ¿no os parece? y otros que no van a la Iglesia serán más dignos de
llamarse Cristianos.
Es
cuestión de perspectiva, hay quien solamente ve aquel leño que aplasta la
espalda, y todo acaba ahí. Hay quién ve la espalda de alguien que va delante y
cree que todo va a terminar allí.
Cada
circunstancia dolorosa no es algo que "me sucede" sino algo que "nos
sucede". O sea, que a Él le ha sucedido primero. Y ahora se me ofrece la
ocasión de ser partícipe y protagonista de eso mismo, junto con Él.
Es
más, ¿cuántas veces ante ciertos golpes, hemos orado instintivamente "Señor, ayúdame a llevar con paciencia
esta Cruz que me ha tocado". Quizás no has pensado nunca que la mejor
oración podía se esta: "Señor no
permitas que me falte la fuerza (y el amor) para ayudarte a llevar esta Cruz
que me ha tocado en suerte".
No es Él, ciertamente el que tiene que
intervenir cuando se trata de la Cruz.
Él
está ya.
Él
ya está bajo su peso, ¡sólo falta mi cooperación!.
Una
Celadora.
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