Desde hace mucho tiempo cuando contemplamos a la Virgen Auxiliadora
descender desde su altozano palmerino hasta la parroquial sanjuanista, se ve
rodeada por unos candelabros de guardabrisas que la alumbran durante su
traslado. Dichos candelabros están realizados en madera tallada y dorada,
cubriéndose las velas con unos “fanales” de cristal que impiden que el viento
apague las vacilantes llamas que aportan su luz a la Madre de Dios.
Estos candelabros pertenecen a la Virgen de los Remedios Coronada,
Patrona de Villarrasa, quien, amablemente, se los cede a la Archicofradía de
María Auxiliadora de la Palma para alumbrar a la Virgen de Don Bosco en su
discurrir por las calles de La Palma hasta llegar a la Parroquia. Es un rasgo
patente de la buena sintonía que ha rodeado siempre a la Archicofradía con
hermandades y asociaciones religiosas de la localidad o de fuera de ella.
Pero, hace escasas fechas, la
Archicofradía de María Auxiliadora ha llegado a un acuerdo para realizar unos
candelabros de guardabrisas ya en propiedad. Tras consultar varias opciones se
ha decidido por el boceto y presupuesto presentado por un orfebre ya conocido y
que ha trabajado, muy satisfactoriamente para esta corporación. Toda esta obra
se ha encargado al reputado orfebre Emilio Méndez, quien va a labrarla en sus
talleres de Pilas. Este orfebre ya fue el designado para realizar las
maniguetas del paso procesional de la Santísima Virgen hace unos años.
Los candelabros son elementos que se usan en los pasos procesionales
para alumbrar a la imagen que portan. Son unos útiles que además tienen un
simbolismo. Los candelabros contienen la luz que se porta en cada uno de los
mecheros, la luz es el símbolo de Cristo (Cristo es la Luz de los Pueblos), que
vino a este mundo gracias a la aceptación de María para convertirse en su
madre.
Los brazos de los candelabros parten de una misma base común, con este
detalle se simboliza que todos, por diferentes que seamos, provenimos de un
mismo tronco: Dios Padre.
El número de los brazos es de cinco, los cuales se corresponden con
los cinco misterios gloriosos del Santo Rosario:
Primero: La Resurrección del Hijo de Dios.
Segundo: La Ascensión a los Cielos.
Tercero: La Venida del Espíritu Santo sobre la Virgen y el Colegio
Apostólico.
Cuarto: La Asunción de María, en cuerpo y alma, a los Cielos.
Quinto: La Coronación de la Virgen como Reina de todo lo creado.
Las velas encendidas nos remiten a
su vez al pasaje veterotestamentario de la zarza ardiente, los candelabros con
sus llamas que no se extinguen simbolizan ese pasaje del Éxodo 3, 1 – 12. Esas
velas que no se extinguen son símbolo, a la vez, de la fe viva de los
cristianos. Son las ofrendas, que a través de María Auxiliadora, se ofrecen a
su Hijo. Finalmente son también un símbolo de la fugacidad de la vida, la cual
se puede apagar en un instante como lo hace la llama de una vela ante un leve
soplo de aire.
La Archicofradía de María
Auxiliadora ha tomado esta decisión tras meditarla durante un buen tiempo. El
momento no es el más idóneo para este tipo de empresas, pensarán algunos, pero
ya era hora de contar con estos elementos de uso tanto procesional como cultual
en propiedad. Agradecemos la generosidad de tantos años de la Hermandad de la
Virgen de los Remedios de Villarrasa. El presupuesto para realizar estos
enseres va aparte del ordinario de la Archicofradía, por lo tanto no se van a
ver desatendidos ni los cultos, ni actos ni muchísimo menos la obra caritativa
de la corporación salesiana. Puede pensarse que quizás sería mejor posponer tal
adquisición, pero con este trabajo tanto el taller del orfebre como otros
artesanos van a ver prolongada su actividad laboral, que también es una manera
de ser solidarios en las circunstancias que atravesamos.
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