martes, 28 de octubre de 2008

LA ARCHICOFRADÍA PALMERINA ESTUVO PRESENTE EN LA CONSAGRACIÓN DE LA BASÍLICA DE MARÍA AUXILIADORA EN SEVILLA


Cohetes y campanas anunciaron a Sevilla que el Santuario de María Auxiliadora es oficialmente, desde el domingo, Basílica Menor
La mañana del 26 de octubre, justo cinco meses después de la celebración de la primera Asamblea Inspectorial de María Auxiliadora, María Auxiliadora ha hecho a toda la Iglesia diocesana de Sevilla el regalo de una Basílica más para la ciudad. Tres advocaciones para un mundo que tiene necesidad de Esperanza, que pide Auxilio en sus necesidades profundas y que sólo las podrán encontrar en el Gran Poder y Misericordia de Dios.



A las 12.30 horas, comienza la solemne celebración eucarística, presidida por el cardenal fray Carlos Amigo Vallejo. Concelebran con él más de treinta presbíteros, entre los que se encontraban el arzobispo emérito de Mérida-Badajoz, monseñor Antonio Montero; el consejero regional para Europa Oeste, José Miguel Núñez Moreno y el inspector salesiano Francisco Ruiz Millán. Participan representaciones de más de cuarenta hermandades de gloria y penitencia de la ciudad de Sevilla y más de treinta asociaciones de María Auxiliadora de toda Andalucía. Una mención especial a la asociación de la Casa salesiana de Sevilla-Trinidad que ha asumido todo el desarrollo logístico para el mejor éxito de la efeméride.

La celebración litúrgica comienza con unas palabras del Rector Mayor de los salesianos, don Pascual Chávez, dirigidas a la asamblea por el consejero general, y la lectura del decreto en latín y castellano por el rector de la Basílica don Siro Vázquez. Terminada la lectura, los cohetes y el repicar de campanas anuncian a Sevilla que el Santuario de María Auxiliadora es oficialmente Basílica. Después se ha desarrollado toda la celebración de manera entrañable por su sencillez, pero al mismo tiempo majestuosa por su empaque y solemnidad.

Como siempre, monseñor Amigo en su homilía captó la atención de los cientos de fieles congregados en el interior del templo: “Estamos en una casa grande que acoge la inmensidad de Dios; un templo éste, hermoso para la Trinidad; una iglesia, santuario y basílica que se hacen pequeños para acoger la grandeza de Dios como el vientre de María a la que llamarán dichosas todas las generaciones.” Añadió que esta basílica está edificada sobre una piedra con cuatro caras: la cara que nos muestra a una Iglesia espléndida, viva por el amor que reparte, y libre “pues la Palabra de Dios no está encadenada”; una Iglesia joven y llena de esperanza, como los salesianos demuestran día a día en su apuesta convencida por los jóvenes y sus posibilidades y en la necesidad de amor que tienen; una Iglesia alegre, como esa alegría salesiana que es capaz de descubrir la huella de Dios en la creación y en las personas, sobre todo si son jóvenes. cosas; una Iglesia-rostro de Dios, rostro que se trasluce en su propia Madre, María Auxilio de los cristianos. Hay, en palabras del cardenal, “dos caras que no se ven porque miran al cielo”: el Espíritu de Dios que lo invade y llena todo, y los hombres y mujeres del mundo que confían en la presencia y fuerza de Dios.

Antes de concluir el director de la Casa salesiana, Eusebio López, dio las gracias a cuantos han hecho posible este momento histórico. Hizo hincapié especial en la preocupación y en la gestión que ha llevado a cabo personalmente el Cardenal quien, al finalizar el canto del Rendidos a tus plantas descubrió una placa, situada al final de la Basílica que recordará in perpetuum esta efemérides. Con un sencillo ágape en familia concluyó la celebración.

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